Dejemos el pesimismo de lado
Jorge Selaive Economista Jefe Scotiabank y Académico FEN U. de Chile
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Jorge Selaive
El escenario internacional ha estado complejo para las economías emergentes. El inicio de las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos, retrocesos en el precio de las materias primas y cifras que decepcionaron al consenso en términos de crecimiento el primer trimestre, fueron suficientes para pasar de la euforia a la depresión.
En varias dimensiones la economía chilena ha mostrado resiliencia. Es cierto que no ha sido capaz de crear empleos privados con la fuerza que se anticipaba y los salarios experimentaron desaceleraciones sustantivas, pero ambos aspectos parecen estar íntimamente ligados a la relevante ola de inmigración en un contexto de debilidad cíclica de la inversión. Probablemente, también podemos cuestionar que ciertos componentes de la inversión han mostrado rezago, pero parecemos olvidarnos de otros aspectos que dan cuenta de una economía que está cerrando brechas de capacidad. El crédito a las empresas mantiene un notable dinamismo, los proyectos de inversión no han adolecido de retrasos relevantes, a pesar de la dificultad inherente que enfrentan ante una regulación medioambiental perfectible. Asimismo, la economía por el lado de los servicios muestra dinamismo.
Nos estamos quedando con el titular de menores ventas de automóviles, pero se nos olvida que mucho de aquello responde a regulaciones locales implementadas en el pasado. Nos refregamos un crecimiento de 1,6% interanual el primer trimestre, pero se nos olvida que la velocidad ajustada por factores estacionales de la economía subyacente (excluyendo sectores volátiles) no fue muy distinta a la observada en similar período de 2018.
El Banco Central recorta la tasa en una magnitud poco usual, lo que también termina asustando a muchos. ¿Estamos frente a una recesión? Los errores del pasado es bueno corregirlos cuando se dispone de la flexibilidad y el coraje para hacerlo, y quizás varios subestimamos esas virtudes. A última línea, la economía está recibiendo un estímulo monetario muy significativo, con tasas de interés en niveles históricamente bajos, lo que entrega aún mayor convicción para esperar una mejora en la inversión, creación de empleo y salarios, de no mediar sorpresas desde el frente externo. Las mejores cifras de actividad están a la vuelta de la esquina, y es momento de comenzar a mirar el mejor escenario que se avecina dejando de lado el pesimismo que varios atribuyen a la ausencia de reformas estructurales.
Es cierto que tenemos varias reformas de fondo que favorecerían el ambiente de negocios y aplacarían demandas sociales insatisfechas. Todas ellas perfectibles técnicamente, sin duda. No obstante, encontrar como culpable del menor dinamismo cíclico a la ausencia de una pronta aprobación de estas reformas puede ser algo aventurado. Recordemos que la economía peruana no tuvo crecimiento económico en abril pasado y la aprobación de su Presidente ha caído, pero a un envidiable 44%. Sus reformas políticas avanzan lento, pero no son consideradas cruciales para la recuperación económica de corto plazo.
No quiero dejar la impresión de que la economía está ausente de desafíos cíclicos y de largo plazo. Los tenemos en varios frentes, pero probablemente estamos pasando desde un estado de catarsis eufórica que inundó a muchos durante 2018, a uno de depresión que sería bueno evitemos se transforme en endógena.